Para todos es sabido que el saludo es la frase, expresión facial ó forma de cortesía que permite romper el hielo entre dos personas para establecer un diálogo. Sin hacer un saludo correcto resultaría imposible entablar una conversación para establecer relaciones sociales o bien, empresariales .
Recuerdo cuando era niña y visitaba a mis abuelos me gustaba saludarlos con un gran beso y un fuerte abrazo. Mis Padre siempre me inculcaron que saludar es señal de amor y respecto.
Ser educado es una gran satisfacción, donde el saludo es la primera muestra de cortesía que ofrecemos cuando llegamos a un lugar o conocemos a alguien.
El saludo tiene un gran valor simbólico, porque dependiendo de cómo lo expresemos será entendido como un gesto de cercanía, de proximidad, de relaciones profesionales o un gesto de cortesía y buena costumbres.
Hoy en día esa buena costumbre se ha perdido, y tú y yo tenemos la tarea de rescatar los buenos modales.
Me entristece cuando veo algunos “profesionales” que no saluda, que no dicen “gracias” ni “por favor”, al parecer la materia de los buenos modales la reprobaron, porque no se ve muy bien que un profesional se comporte de esa manera.
LA HISTORIA DE JUAN Y EL GUARDIA
Juan trabajaba en una planta distribuidora de carne. Un día, cuando terminó su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar que todo estuviera en orden antes de irse. En ese momento se cerró la puerta y se bajó el seguro, quedando atrapado dentro.
Aunque golpeó la puerta fuertemente y comenzó a gritar, nadie pudo escucharlo.
La mayoría de los trabajadores ya había partido a sus casas y fuera del refrigerador era imposible escuchar lo que ocurría dentro.
Cinco horas después, y al borde de la muerte, alguien abrió la puerta. Era el guardia de seguridad que entró y lo rescató.
Juan le preguntó a su salvador que cómo se le ocurrió abrir esa puerta si no era parte de su rutina de trabajo, y el guardia le respondió:
“Llevo trabajando en esta empresa 25 años; cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero tú eres el único que me saluda en la mañana y se despide de mí en las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible.
Hoy, como todos los días, me dijiste tu sencillo “Hola” a la entrada, pero NO escuché el “Hasta mañana”. Espero por ese “Hola” y ese “Hasta mañana” todos los días.
PARA TI YO SOY ALGUIEN, Y CUANDO HOY NO OÍ TU DESPEDIDA, SUPE QUE ALGO TE HABÍA PASADO… TE BUSQUÉ POR TODA LA PLANTA Y TE ENCONTRÉ.”