Estas letras son para ti que te has ido, dejando un hueco en mi corazón. Podría escribir un libro, un poema y después otro, llenando toda una biblioteca con ellos, rodeándome de sus palabras, comas, puntos seguidos y
apartes… Me dormiría con todos y con cada uno de sus títulos, despertándome de nuevo entre ellos, recordando con tierna alegría todo cuanto recibí de ti, día tras día.
Te fuiste, y hoy no me queda nada más que mirar hacia adelante, pero observando que ya nada es tan verde ni bello como lo era antes de que te marchases a mejor vida. Han cambiado los colores, el paisaje se ha llenado de
tonos marrones, y el hueco dejado por tu ausencia se vuelve más grande con cada día que pasa.
Ya no estás, sólo veo las huellas de tu recuerdo que dejaste en la arena y en los prados. Hoy la lluvia recorre mi cara, confundiéndose con mis lágrimas, que son de amor y penas, porque ya no estás en este mundo. Pero sé que
estás en un lindo jardín, y aunque ahora mis ojos se pierdan buscándote entre las estrellas y el espacio, confío que algún día pueda volver a verte al fin.
Busco tu mirada, intento tomar tu mano… pero ya no estás, y duele mucho. El corazón se me cae a pedazos, sintiendo tu ausencia, pero nada puedo hacer, no se puede ir contra lo establecido por Dios.
Sólo quiero que sepas, que tú y yo somos uno solo, que aunque has fallecido, tu corazón vive en el mío, porque no importa donde me encuentre, yo siempre te llevo conmigo.
Mientras mi mente tenga lucidez,
yo siempre estaré contigo.
Tu nombre ha quedado grabado en mis manos, en mi piel y en mi corazón. Será así mientras yo viva, hasta ese día en el que pueda volver a abrazarte y decirte cuánto te quiero…