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No se reducen las vergonzosas cifras de mortalidad materna

La calidad de atención en salud es un reflejo de la distribución de la riqueza, del interés del gobierno de turno. Desde el estreno de la democracia en esta media isla, todos nuestros gobernantes han considerado la salud materna e infantil una prioridad; la protegen como un derecho de toda la ciudadanía.

Como país, República Dominicana cuenta con indicadores de atención materna envidiables: chequeos prenatales desde el primer trimestre del embarazo; durante la gestación, las embarazadas han recibido en general, más de cuatro evaluaciones médicas en centros de salud; se desembarazan (partos vaginales o cesáreas) todo por personal especializado en obstetricia. ¿Cómo explicar el incremento de las cifras de mortalidad materna?

En el año 2009, el Ministerio de Salud Pública relacionó el aumento en la razón de mortalidad materna con muertes por neumonías asociadas al virus de la influenza H1N1. Las autoridades actuales afirman que “Debido a la pandemia por la COVID-19, en 2020, la mortalidad materna aumentó a 127 por 100,000 nacidos vivos, muy por encima del promedio para Latinoamérica, que fue de 67 por 100,000 n.v.”.

Los cadáveres de las gestantes hablan y exclaman que sus muertes han sido evitables. Fallecen por baja calidad de la atención; por trastornos relacionados con hipertensión del embarazado (pre eclampsia, eclampsia, síndrome de hellp), por falta de sangre (desangradas), por infecciones y por abortos inseguros.

En nuestro país, a pesar de las gestantes desembarazarse en instituciones públicas o privadas no se reducen las vergonzosas cifras de mortalidad materna. Con conocimiento y buenas intenciones no basta. Los centros de salud carecen de insumos suficientes; desde sangre, antibióticos, antihipertensivos, hasta gasolina, energía eléctrica y agua potable pueden faltar.

Es necesario humanizar la atención en salud para mejorar la calidad de la misma. Humanizar implica tratar al otro u otra como tú igual. “Amar al prójimo como a ti mismo”. Sin discriminación, sin violencia y sin prejuicios. Falta mucho por hacer. Nuestro sistema de salud es violento y genera violencia. La prisa y la apatía atentan contra la calidad de la atención e acrecientan las muertes maternas.

Para las pautas internacionales la muerte materna es un indicador del desarrollo de un país. En este país, la muerte materna es una evidencia de la pobreza, de las desigualdades, de la indiferencia, de la deshumanización de la atención en salud y del lugar que ocupa la salud de las personas que viven en condiciones de vulnerabilidad en el presupuesto nacional.

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