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Leonel Fernández Reyna y el PLD

Por: Francisco Matos Mancebo

Luego de que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), catapultara tres veces a Leonel Fernández Reyna a la Presidencia de la República, ahora su único objetivo es destruirlo.

A continuación carta integra dirigida por Francisco Matos Mancebo al Dr. Leonel Fernández, ex presidente de la República.

De: Ing. Francisco Matos Mancebo,

Diputado de la República, PLD. Santiago de Los Caballeros.

Para: Dr. Leonel Fernández Reyna,

Ex – Presidente Constitucional de la República

Le saludo con la calidad de su recíproca simpatía.

En primer lugar, excúseme dirigirle esta misiva-documento pues, probablemente, reeditando el diálogo del centurión citado en La Biblia con Jesucristo (Mateo 8:8), no soy digno de distraer su atención con la presente; pero me empodero de la “temeridad” de Toussaint, cuando para dirigirse a Napoleón Bonaparte le escribió: “Del Primero de Los Negros al Primero de los Blancos”. Digo esto último, porque siendo vox populis que vuestro ego crece c/d exponencialmente; por consiguiente, puede usted percibir como acto indigno de mi parte dirigirme a su persona tan linealmente.

Dr. Fernández, en el quehacer político es muy normal manifestar formas de amores como en el resto de la dinámica de la cotidianidad, por ello, en 1994; en memorable ocasión de verle por primera vez en su calidad de aspirante vice presidencial de la República por nuestro Partido de la Liberación Dominicana PLD, confieso sinceramente haberlo percibido como un ser humano excepcional: Un maestro consumado de la política y una indiscutida esperanza para transformar y diafanizar la actividad política en República Dominicana. En mi interior concebí anticipadamente lo afirmado acerca de usted por nuestro Líder Histórico: “Una mina de oro política”.

Dr. Fernández, el pasado 6-mayo del presente 2020 cumplí 38 años anegado en la política partidista: 38 años sin pausas ni vacaciones, sin poner reversa ni adormecerme; y para mí, lo más relevante y excepcional en este quehacer político de metamorfosis cotidianas, ridículas cursilerías y arrogancias desbordantes es esto: SIEMPRE EN EL PARTIDO DE LA LIBERACIÓN, en este Paternón de formación política, legado supremo del Prof. Juan Bosch a la democracia dominicana. Paternón que a usted, presidente Fernández, le ha cubierto con su sombra más pródiga e infinita. Paternón que a usted como a nadie ha servido de plataforma para catapultarlo desde las parcelas difusas del anonimato citadino a las cumbres universales más distintivas y con mayor notoriedad.

Presidente Fernández, como inverosímil tragedia de este planeta de las cosas posibles, su agenda existencial tiene un punto ÚNICO: destruir al Partido de la Liberación Dominicana, mismo a través del cual usted alcanzó en tres ocasiones el supremo cetro del Estado: La Presidencia de la Republica. ¡Qué pena! Lamentablemente tan absurda actitud es corroborada delirantemente por hombres y mujeres de bien ganada notoriedad; pero al involucrarse en tan siniestro despropósito, se degradan al rango de secuaces atormentados.

Su Excelencia, usted es la muestra más evidente para certificarme que el hombre, junto a los leones y los lobos ocupa un lugar prominente en el ranking de los mamíferos más violentos con sus propias especies. ¡Oh! Ironía nominal: la “L” es la primera letra de LEONES, LOBOS Y LEONEL.

Ocasiones entre usted y yo

– Presidente Fernández, muy adolescente había oído hablar de usted y leído sus artículos en Vanguardia del Pueblo. Recuerdo también haberlo visto en varios eventos del Partido en calidad de conferencista o cumpliendo asignaciones en Santiago de los Caballeros, como era costumbre en el PLD para la época de los 80s. En todas las ocasiones la impresión que de usted retenía era creciente.

– Audito los procesos internos de nuestro Partido y le veo contendiendo con los compañeros Lidio Cadet, José Joaquín Bidó Medina y Ramón Andrés Blanco Fernández y en ese proceso resultó ganador a nivel nacional con el voto orgánico de un altísimo %. Cuento mi organismo en esa votación favorable: Comité de Base Joel Zapata, en Sabaneta de Yásica: Obtuvo el 100% de los miembros para sumar con ello un voto orgánico en Sosúa, Puerto Plata.

– En 1995 lo traté personalmente luego de haber sido escogido Candidato Presidencial para el certamen electoral de 1996. En aquel proceso para elegir al candidato, mi organismo repitió la misma historia.

En aquella ocasión usted llegó a San Castle, Sosua; le acompañamos sólo 17 miembros del Partido (todos los que éramos) y luego; en febrero del 1996, en mi condición de presidente del PLD en Sabaneta de Yásica y dirigente medio de Sosua, me correspondió recibirlo en el cruce de Sabaneta de Yásica y Jamao. Aquel día era viernes, a las 11:00 AM, en casa de la compañera María Lidia (EPD). Aguardábamos en el segundo nivel del local comercial de esta compañera en el cruce ya indicado. Esperábamos la hora convenida, pero usted llegó muy temprano; por tanto, no fue posible sincronizar con el compañero Winston Juma y demás dirigentes del PLD de Gaspar Hernández para desarrollar la agenda preestablecida. De todos modos, nos internamos en Villa Progreso (Semillero), donde hicimos el primer mano a mano de toda la zona.

– En Sabaneta de Yásica: estábamos en casa de la señora María Lidia (Municipio de Sosúa) y el puente del río Yásica (línea divisoria entre las Provincias Espaillat y Puerto Plata). En esta ocasión usted y yo conversamos. Usted revisaba algunos titulares de un periódico, hizo un apropiado silencio e intercambió impresiones con el compañero Carlos Amarante Baret. Luego de esa interacción con el compañero Baret me hizo algunas preguntas sobre el Partido y sobre el lugar. A través de la objetividad y precisión de sus interrogantes inferí al instante que era usted una persona singular, puesto que estaba sobrecargado de neuronas. Mostró en sus cuestionamientos un admirable nivel intelectual, algo digno de emular. Su extraordinaria capacidad para conceptualizar los temas políticos sensibles era impresionante, su dominio de la palabra y de la nación, insuperables y el desenvolvimiento lexical óptimo.

Dr. Fernández, tal fue mi percepción de usted por el nivel y destreza de sus conceptualizaciones, que le conferí el título mago de la palabra y la comunicación social. Lo sentí nítido y profundo. Le confieso que ese Leonel me cautivó y me comprometió a trabajar sin descanso en aras de su proyecto presidencial; pero un anhelo subyacía en mí: Que Leonel ascendiera a la Primera Magistratura de la Nación para ejercer el poder como lo hubiese ejercido Juan Bosch para beneficio del Pueblo Dominicano.

Trabajé incansablemente, le consta; sin embargo, no tuvo que firmar para mi ningún Decreto Presidencial. Nunca fue ese el propósito de entregarme sin reservas a su causa. Dr. Fernández, a usted y a las órbitas palaciegas que le han circundado les consta, que poco o nunca visité ese recinto de poderes omnímodos; excepto, muchos años después siendo Diputado por Santiago de los Caballeros, invitado institucionalmente para conocer el trazado de líneas procedentes del Poder Ejecutivo al Primer Poder del Estado.

Presidente Fernández, probablemente le sorprenda leer “diputado por Santiago de los Caballeros”; sí, por Santiago de los Caballeros; y usted no tuvo que darme nada para lograrlo. Sé que lo recuerda, pues en mentes tan prodigiosas como la suya la amnesia nunca tiene ni tendrá lugar.

Señor Presidente, lo apoyé siempre; pero como suele acontecer, en la trayectoria de los hombres públicos hace aparición un punto de inflexión. Usted no ha sido la excepción: Se focaliza de ese punto en su trayectoria, porque es inocultable y; más que un punto, parece un lucero. A partir de este punto de inflexión la trayectoria no será la misma: cambian de brújula o de destino, no son los mismos hombres, modifican su entorno, podan o reducen el conjunto de verdaderos aliados; se elevan tan alto en las cumbres del Estado, que perciben como seres diminutos a quienes en favor de ellos entregaron su totalidad.

Ese punto de inflexión donde se quebrantan muchos hombres de Estado está muy asociado al cambio de equipaje; o sea, con los que marchan, caravanean, dramatizan abrazos en los mano a mano no son los mismos con los que se ascienden las escalinatas del Palacio Nacional. Estos nuevos “aliados” aposentados en la cumbre del poder se autoproclaman cemíes, pues haciéndolo de este modo a usted, para conveniencia de ellos, lo han exaltado al rango de la divinidad, lo han endiosado y empoderado con facultades sobrenaturales, especialmente, porque saben el alcance infinito del fatídico Artículo 55 (aunque ya no existe en La Constitución, este es un País presidencialista), pues inviste implícitamente al Presidente de turno DUEÑO Y EMPERADOR DE LA REPÚBLCIA.

Presidente Fernández, eso es lo sucedido con usted. Esa es la pandemia que aniquiló la probada simpatía política de muchos hacia usted, entre esas simpatías; humildemente, la de quien suscribe este documento. Ese es el rumbo equivocado.

Cabe destacar, Sr. Presidente que, en ocasión de la reelección “consensuada” en el 2015, estuve hombro con hombro con usted, y lo hice para proteger nuestra convicción y principios; más usted, por querer “cuidar” de nosotros, nos convirtió en usurpadores congresuales; pues indignamente nos apropiamos de candidaturas a Diputados/as y a Senadores/as como permuta para aceptar lo “inaceptable” y hasta ahí todo bien.

Sr. Presidente, sin margen de error alguno puedo afirmar, que posteriormente al mercado persa congresual advertí, que aquellas cualidades suyas mencionadas anteriormente donde resaltaba la virtud del de la palabra oral y a su extraordinaria capacidad de interpretación de las cosas leídas, se habían adulterado; de tal manera, que su cuerpo físico es muy pequeño para albergar la irrupción de un ego tan expansivo, que las neuronas que catalizan su extrema e incuantificable inteligencia herméticamente le cerraron las puertas, ventanas y persianas a toda señal de terrenal humildad, pues se había divinizado hasta lo sumo (igual que Alfonso el Sabio -Alfonso X-)

Sr. Presidente, reza un viejo proverbio filipino: “Cuanto más alto es el bambú, más bajo se encorva”. Piense en ello, le hará bien; pero tiene usted un especial órgano del cual carece el bambú: cerebro, y muy amueblado que lo tiene; por tanto, es un bambú, que no obstante a la conciencia de su altura, puede enderezar su curvatura; pero sólo logra esto si previamente se sustrae del egocentrismo de Luis XVI, porque por más distanciado de su intelecto que usted perciba al resto de los mortales, esos mortales no tienen espacio para procesar ningún grado de L’État, c’est moi.

Siento que tengo la suficiente autoridad moral para escribir estos párrafos porque quien ha trabajado siempre para usted soy yo, nunca lo contrario y a cambio de nada; solo de su lealtad al Pueblo y es ahí donde hay pecado. Sabiendo que “el conocimiento evanece pero el amor edifica”, dice la biblia, pero al parecer se dedicó usted a alimentar demasiado el conocimiento (el cual no es nada malo), pero dejó el amor atrás y ahora siento que perdimos un buen Presidente y líder político pero hemos ganado a un muy buen actor.

A mis 53 años de edad, a dónde iría yo a parar si desapareciere el PLD? con sentimientos de que usted robó el sudor de mi frente y de plano arrasó con mis sueños de disfrutar una Patria mejor y me robó la oportunidad de sentirme orgulloso y sentir que cada gota de sudor que brotó de mi frente en el duro trabajo en años difíciles a principios de la fundación del Partido, haya valido la pena secar.

Desde distribuir periódicos Vanguardia del Pueblo, cotizar y reclutar cotizantes, vender números de las rifas dos veces al año, movilizar las masas a los mítines, organizar 17 círculos de estudio en 6 años en tres Provincias diferentes, las tantas reuniones, pagar locales, hasta la mordida de un perro en un esfuerzo concentrado, decidí escribirle estas palabras. No importan las líneas y páginas que escriba porque sé que me quedaré corto en decirle lo que siento decir.

Por esas virtudes que posee y algunas otras cosas más, repito, decidí apoyarlo siempre, todas las veces que aspiró excepto el seis de octubre pasado, que le percibí faraónico, aéreo, sintiéndose y expresándolo hasta en los spot de TV de los últimos tiempos, Estrella del firmamento pero no cualquiera estrella, sino, de las más lejanas al pueblo; Icarus o Lensed ubicada en el cúmulo de galaxias Macs J1149.5+223, que queda a 55 años luz (un año luz es equivalente a 9,46 x 10 elevado a la 12 km. O sea, 9 460 730 472 580,8 km.)

Todos le debemos todo, más usted no debe nada a nadie. El pueblo se perdió de que usted siquiera siendo Presidente porque el pueblo “no lo merece a usted después de lo tanto que ha hecho por el pueblo”.

Sin duda que usted se siente un Príncipe Sandú, lejos del delito y la justicia porque está tan por encima de ellos, que mira hacia abajo con desprecio. Todos lo necesitamos según usted, Presidente Fernández, pero usted no necesita a nadie.

Dr. Fernández, nada es tan mortal para un Estado que líderes políticos capaces de echar frío y calor con el mismo aliento. Veamos:

– Usted desacreditó hasta lo sumo los procedimientos tecnológicos de la Junta Central Electoral, al extremo, que fue necesario desenterrar y desempolvar un ábaco para contar los votos del proceso donde nuestro partido eligió su candidato presidencial…¡LA TECNOLOGÍA NO SIRVE!

– Ahora dice que los Dominicanos del exterior deben votar al costo que sea y que no debemos violarles ese derecho fundamental de elegir y ser elegido así sea por correo, so Pena de que el Covid-19 exponga a la muerte a nuestros compatriotas…AHORA LA TECNOLOGÍA NO ES PELIGROSA.

Nos hizo apurar a Diputados y Senadores a aprobar las Leyes de Partidos y de Régimen Electoral con el propósito de frenar a los tránsfugas y mercaderes de la politiquería, ¡correcto! Con esto buscaba remover de las paredes del Presupuesto Nacional a las despreciables sanguijuelas políticas que se ponen en subasta en cada certamen electoral. ¡OH IRONÍA DE LA POLÍTICA!, Dr. Fernández, quién lo iba a decir, que ese vestuario que usted ordenó hacer a través de las Leyes de Partidos y de Régimen Electoral quedó hecho a su perfecta medida; pero ahora, con inconfesable despropósito declara, que ni ordenó su confección ni tampoco le sirve.

Sólo de una manera podemos procesar esta indignidad, ¿cuál? Que dichas Leyes fueron aprobadas sin una importante cláusula que dijera: Estas Leyes de Partidos y de Régimen Electoral sólo serán aplicables a políticos mortales, no para aquel, que por su condición divina está establecido en el Olimpo Griego siglos antes de la proclamación de la República.

Presidente Fernández, la política es una actividad de seres humanos. Es un juego donde participamos con reglas definidas y; quien juega, anticipadamente sabe que ganará o perderá. Esta es la premisa que usted ha ignorado y lo hace, porque hace tiempo de aceptarse como un antropos, pues se considera un ser divino en ejercicio de la política o tenemos que asumir, que hay una mutación en aquella viva y lapidaria frase de Terencio, el eximio dramaturgo latino. La posteridad conoce la frase: “soy hombre, nada humano me es ajeno”; pero la frase correcta es: “excepto Leonel Fernández, nada humano es ajeno a los hombres”.

Esta puede ser la razón por la cual Ud, presidente Fernández; no obstante a la inexistencia de “el Fraude colosal”, se resistió a aceptar que un humano lo haya vencido a pesar de su condición divina.

Presidente Fernández, la prensa nacional registra todo su peregrinaje en “defensa” de la democracia. Lo registra antes y después de nuestro Partido de la Liberación Dominicana haber elegido su candidato presidencial para las venideras Elecciones Generales.

Presidente Fernández, he distraído mi tiempo para escribirle estos párrafos, aunque es muy probable que me considere indigno para su recepción y conocimiento, pero “escrito están”.

Hemos sido creados (yo creo en Dios y le creo a Dios) con libre albedrío; por tanto, igual que el viento viajamos por donde nos sugiera ese albedrío, que a veces actúa ajeno a la conciencia, al sentido común y la racionalidad; por tanto, epilogo estos párrafos con esta sencilla frase del letrista brasileño Paulo Coelho: “No te ahogas al caer en un río, sino al quedarte sumergido en él”.

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