Puerto Príncipe, 20 jul -El neurocirujano Ariel Henry asumirá hoy como primer ministro de Haití, el séptimo desde marzo de 2017, justo cuando las desavenencias entre las fuerzas políticas avizoran la agudización de la crisis en el país.
Graduado en universidades de Haití, Francia y Estados Unidos, hasta la actualidad se desempeña como jefe de neurocirugía en el Hospital Bernard Mevs, uno de los más importantes del país.
De enero de 2015 a marzo de 2016, se desempeñó frente a las carteras de Interior y Colectividades Territoriales, así como la de Asuntos Sociales y Trabajo, bajo la administración del expresidente Michel Martelly (2011-2016).
También fue miembro del gabinete del Ministerio de Salud en varias responsabilidades de 2006 a 2011, y consultante de las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud de 1993 a 1996.
En 2004 durante la crisis del final del mandato del exjefe de Estado Jean Betrand Aristide, Henry asumió como vicepresidente del Consejo de Sabios, una plataforma que tuvo a su cargo la selección del primer ministro y las consultas para la formación del gabinete.
Recientemente, integró la célula científica para combatir la Covid-19, que se creó poco después del diagnóstico de los primeros casos aquí en marzo de 2020.
En la arena política Henry es reconocido por ser un moderado que transitó por el Partido Social Demócrata, el Partido Nacionalista Progresista Revolucionario Haitiano, Fusión de los Socialdemócratas Haitianos, y la Unión Patriótica.
Principal desafío: alcanzar un acuerdo nacional
Entre los desafíos destaca alcanzar un acuerdo nacional y celebrar elecciones «lo antes posible», en momentos en que las fuerzas políticas y sociales cuestionan su legitimidad, y se reúnen para perfilar los destinos de la nación con una solución nacional.
Henry fue designado el 5 de julio, dos días antes del asesinato del presidente Jovenel Moise y protagonizó una pugna por el poder con el primer ministro en funciones Claude Joseph, que se autodenominó presidente provisional tras el magnicidio.
Su asunción al cargo cierra una inminente crisis gubernamental, pero aviva las tensiones con los partidos y organizaciones sociales que abogan por un gobierno de transición consensuado.