Mi cuerpo no es perfecto, ni luzco tan radiante, tengo un par de arrugas y unas estrías que nunca escondo, tengo mis ojos cansados y con ojeras de tanto llorar…
Poco a poco mi cuerpo ha ido cambiando, se ha ido acoplando al ritmo de mis años, ya no soy joven y tampoco pretendo serlo, estoy bien con los años que tengo encima.
Cada cicatriz me recuerda que he vivido, que he luchado, cada arruga me hace sentirme orgullosa de la mujer que soy ahora.
No reniego de mis años, y
no quiero aparentar la edad que no tengo, hoy quiero tener exactamente la edad que tengo, ni un año menos, ni un año más porque entonces no sería yo, hoy me siento dichosa y no me avergüenzo por decir que soy una mujer madura, pero sobre todo que soy una mujer que se ama antes que todo”.